jueves, 18 de octubre de 2007

Cordones -Reportaje-

Después de meses preparándose para el gran encuentro, es en las áreas de Maternidad de los hospitales donde madre-hijo pasan sus primeras ansiadas horas juntos. Los primeros olores, apretones. Las primeras horas de sueño juntos, las primeras amamantadas, observadas sigilosamente por alguna obstetra dispuesta a atender el menor improvisto. Es en una blanca sala donde la madre agudiza su oído para distinguir en adelante el auxilio de su ex huésped uterino.


Si bien el registro fue de un hospital de Peñalolén, pudo ser cualquiera. Las madres siempre irradian ternura y felicidad plena. Las guaguas siempre llorando de forma exagerada. La madre mira a su hijo, la guagua se calla. Ambos duermen. Se hablan, se conocen, se sueñan y duermen. Después viene la obstetra para lavar, mudar, pesar, alimentar y controlar a alguien que aún está sorprendido de su cuerpo. La madre sueña. La guagua regresa, ambos ríen y empiezan a vivir.


































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